Retomamos la experiencia particular de un profesor en Japón llamado Toshiro Kamamori, para quien la felicidad consiste sencillamente en pensar en los demás, este profesor de escuela primaria enseña al interior de la clase el hacer posible la manifestación de los sentimientos, que los niños y niñas se interesen por lo que al otro le está pasando. Tiene por herramienta unos cuadernos en los cuales los niños y niñas escriben cartas, sin dejar de lado las asignaturas que se ven en el curso, lo cual ha mejorado el aprendizaje y ha posibilitado que se establezcan unas mejores relaciones entre el docente y los estudiantes, y entre ellos mismos.
“¿Qué será lo más importante de este curso?”- pregunta el maestro.
“¡Ser feliz!”- responden los alumnos
“¿Por qué estamos aquí?- vuelve a preguntar
” ¡Para ser felices! – responden de nuevo
“Sólo tenemos una vida. Tenemos que vivirla con alegría.” A continuación los niños aplauden y ríen.
La pedagogía del afecto es una corriente que reconoce la importancia de la parte afectiva como elemento fundamental y vital en el proceso educativo. El afecto es una necesidad del ser humano a través del cual se construye su personalidad e influye en el proceso evolutivo de las personas y su relación directa con la convivencia. La pedagogía de la afectividad busca crear un clima organizacional de calidad, de gran efectividad en torno a las relaciones humanas y a las comunicaciones.
La pedagogía del afecto se enfoca en la importancia de las emociones y los sentimientos en el proceso educativo. En el aula, se puede aplicar de diversas maneras, por ejemplo:
- Crear un ambiente cálido y acogedor que fomente la confianza y la comunicación entre los estudiantes y el profesor.
- Mostrar interés y preocupación por el bienestar emocional de los estudiantes.
- Fomentar la empatía y la comprensión hacia los demás.
- Utilizar una comunicación con gestos y palabras de afecto.
- Impulsar la escucha activa.